Feng Shui en el siglo XXI

Lograr una profunda conexión entre el hombre, la naturaleza que lo rodea ylos espacios que habita, es el alma del Feng Shui.

Feng Shui 09 de marzo de 2010 Espacio&Confort
Nos fuimos rodeando de todo aquello artificial, exponiéndonos, inconscientemente o no…, a altos niveles de toxicidad y polución, tanto en lo que comemos, respiramos o traemos a nuestros hogares. Este afán por producir más, para consumir más, sea cual fuera las razones valederas, produjo profundas heridas, todavía abiertas, en nuestro planeta. Las consecuencias de esta “masacre telúrica” las estamos padeciendo ahora, generando desequilibrios energéticos en nosotros, repercutiendo en los espacios que vivimos y trabajamos.
Alimentos orgánicos, materiales ecológicos, terapias alternativas, casas sustentables, son frases que reverberan en nuestro ser interior, despertando nuestro “deseo instintivo” de reconectarnos con nuestra naturaleza humana y la naturaleza que nos rodea, motivándonos así, a mejorar nuestra calidad de vida y transformar nuestros hogares en remansos de paz.

Lograr esta profunda conexión entre nosotros y los espacios donde vivimos, es el alma del Feng Shui, un milenario arte oriental, donde la ciencia y la intuición van de la mano.
No solo estudia el movimiento de la energía vital que recorre todo espacio que nos rodea, sino también, cómo el espacio donde vivimos o trabajamos tiene un efecto sobre nuestro bienestar físico, emocional y espiritual, ayudándonos a entender que nuestros hogares son extensiones de nosotros mismos, ya que en ellos, se plasma todo tipo de evidencia y símbolos de nuestra personalidad, vivencias pasadas y presentes, pensamientos y sueños.
Y, si deseamos cambiar o mejorar la calidad y dirección de nuestras vidas, necesitamos entender cómo todo lo que nos rodea, esta íntimamente relacionado con nuestro ser interior.
La relación que tenemos con nuestro hábitat es muy personal. Por lo tanto, a pesar de que hay algunos lineamientos básicos a seguir en la armonización de nuestros espacios, recordemos que “tener un buen Feng Shui”, es también, crear un ámbito que refleje nuestra personalidad, gustos y, sobre todo, la cultura en la cual crecemos.
La energía vital, energía “chi”.- en Japón se la conoce como “ki” y, en India, “Prana” – debe fluir sin complicaciones: es suave, ondulada y relajada. Al parecer, cuanto mayor es el número de objetos que tenemos en nuestra casa, mayor es la posibilidad que el flujo de esta energía se interrumpa y se estanque, perdiendo su capacidad revitalizadora. (Imaginemos esta energía, como una suave brisa de primavera que recorre nuestros espacios y, la forma que fluye en éstos, es igual a como circulamos en ellos. Si hay algún objeto mal ubicado…es factible que nos lo llevemos por delante y nos detengamos, continuando más deficientemente…).
Para evitar este bloqueo energético y antes de poner en práctica cualquier técnica de Feng Shui, debemos “sí o sí”, despejar, ordenar y limpiar  cada ambiente de nuestra vivienda y lugar de trabajo, inclusive: armarios, repisas, cajones, placards, cómodas u otro espacio de guardado.
Esta tarea puede ser tediosa o amena, pero sin dudas, terapéutica, ya que, al despejar, ordenar y limpiar los espacios, también lo hacemos con nuestras mentes, como si pasáramos nuestros pensamientos por la tintorería…
La idea de tener que decidir, si conservamos o no, nuestras queridas posesiones, puede suponernos un difícil conflicto. Sin embargo, antes de tirar (si consideramos que es “basura”) o donar (si esta en buen estado pero ya no lo vamos a usar más – acto que nos llena de regocijo con solo ver la sonrisa de quien lo recibe -, y convertirnos en minimalistas, resulta importante discernir entre las cosas que queremos conservar (siempre en buen estado y fácilmente accesibles desde el lugar de guardado) y, lo que podríamos considerar “basura”, como por ejemplo:
• Objetos rotos, cascados (si son contenedores de alimentos peor, ya que alojan bacterias nocivas para la salud en esas “cachaduras”).
• Aparatos eléctricos que ya no funcionan (llevarlos a un centro de reciclaje o repararlos).
• Plantas y flores moribundas.
• Regalos que nos sentimos “obligados” a exponer o guardar.
• Objetos sentimentales que nos atan al pasado y no nos dejan, inconscientemente, avanzar en la vida por lo que nos recuerdan.
• Esas pilas de papeles, cajas o diarios y revistas viejas o a medio leer.
• Alimentos en mal estado o vencidos en la heladera o en aparadores, y demás objetos que consideremos, a nuestro criterio, simplemente “basura”.
Recordemos que, si queremos crear un nuevo y positivo futuro, tenemos que crear un espacio vacío para que las nuevas oportunidades tengan un lugar para hacerse realidad.~


Texto: Dis. de Interiores Ana Thorschmidt


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