Café de antaño

Con m as de 150 años de historia, el Tortoni supo nuclear la presencia denotables figuras de la cultura nacional e internacional.

Patrimonio 13 de julio de 2011 Espacio&Confort

En 1894 fue inaugurada la Avenida de Mayo concebida por Don Torcuato de Alvear, que desde entonces, constituye el Eje Cívico de la Ciudad de Buenos Aires, uniendo la Casa Rosada con el Congreso de la Nación. Entre los edificios históricos y bares notables, la avenida alberga, al 825, al legendario e histórico Café Tortoni. El café abrió sus puertas por el año 1858, obra de un inmigrante francés de apellido Touan, emplazándolo en la intersección de las calles Rivadavia y Esmeralda. El nombre fue tomado de un establecimiento ubicado en Boulevard des Italiens, el cual era frecuentado por la elite de la cultura parisina del siglo XIX. Si bien existen ciertas dudas sobre esta posible versión del origen del nombre y su fundador, en la novela Rojo y Negro de 1830 del francés Henri M. Beyle, se hace referencia a la existencia de un café Tortoni en París, lo que le otorga veracidad.
Por el año 1880, ya en manos de sus nuevos dueños, el matrimonio Celestino Curuchet y Ana Artcanthurry, el Tortoni fue trasladado al sitio donde actualmente se emplaza, siendo su entrada principal por la calle Rivadavia. Cuando quedó inaugurada la Avenida de Mayo, el Café se extendería para conformar y consolidar el estilo que perdura hasta la actualidad. En este sentido, sus propietarios decidieron continuar la construcción hasta la avenida y para tal empresa contrataron al arquitecto belga Alejandro Christophersen. La intervención demandó derribar la iglesia presbiteriana de San Andrés, conocida como el Templo Escocés de Buenos Aires.


El Tortoni se caracterizó por ser el primer café de la ciudad en establecer mesas y sillas en las calles, emulando una costumbre parisina, con la variante de que en Francia eran colocadas alineadas con el frente del local, en tanto el Tortoni las propuso junto al cordón de la vereda.
En las primeras décadas del siglo XX, el café era frecuentado por un grupo de pintores, escritores, periodistas y músicos que formaban parte de la Agrupación de Gente de Artes y Letras, lideradas por Benito Quinquela Martín. Finalmente, en mayo de 1926, conformaron La Peña con el propósito de generar una protección de las artes y las letras.
Con el paso del tiempo, el lugar quedó chico para los encuentros, y en consecuencia, el propietario Curuchet ofreció la bodega de vinos para que en las reuniones gozaran de mayor comodidad. Don Celestino entendía que los artistas gastaban poco pero que le daban lustre y fama al café; y decidió trasladar la bodega a otro lugar para dar espacio a los encuentros de La Peña, hasta 1943, año en el cual se disolvió.
El Café Tortoni no sólo conserva intacta la decoración de la fachada y su interior desde sus comienzos, sino que además las mesas de roble y mármol verde transitaron reconocidos personajes de la cultura argentina, como Alfonsina Storni, Benito Quinquela Martín, Carlos Gardel, Baldomero Fernández Moreno, Arturo Bubinstein, Luigi Pirandello, José Ortega y Gasset Roberto Art y Jorge Luis Borges; y figuras internacionales como Federico García Lorca y Albert Einstein. Toda su riquísima historia se encuentra plasmada en el centenar de fotos, obras de arte y artículos de diarios antiguos sobre sus enmaderadas paredes. Actualmente, en la Sala Quinquela Martín, ubicada en la antigua bodega, se realizan presentaciones de libros y actividades relacionadas con el ámbito intelectual de la Ciudad de Buenos Aires y se ofrece en forma permanente un espectáculo de tango y jazz.
El Tortoni, con poco más de 150 años de vida, se ha consolidado como el paradigma del café porteño y un sitio obligado de visita para todo aquel turista que desee recrear al auténtico Buenos Aires de antaño.

Fotos: Leandro Arévalo


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