Histórico y majestuoso

El Castillo Guerrero, ubicado en la localidad de Domselaar, se presentacomo una majestuosa construcción de estilo CLÁSICO de fines del siglo XIX.

Patrimonio 10 de mayo de 2011 Espacio&Confort

Ubicado sobre la ruta provincial 210, en la localidad de Domselaar, entre las localidades de San Vicente y Brandsen, a tan sólo 58 km de la Ciudad de Buenos Aires y a 45 km de La Plata, el Castillo Guerrero se emplaza, desde 1872, en una estancia que conjuga frondosos jardines, una rica arquitectura y una historia de amor con un final no feliz. La casona fue mandada a construir por Carlos Guerrero, quien era el padre de Felicitas Guerrero de Álzaga. Luego de la muerte de Felicitas, la familia Guerrero heredó la fortuna de su hija. Felicitas Guerrero fue obligada a contraer matrimonio, en 1862, con tan sólo 16 años, con Martín de Álzaga, de 51 años. Viuda a los 24 años, heredó una de las fortunas más importantes de la Argentina y extensos territorios y haciendas, lo que hoy es conocido como Cariló.
Habiendo cumplido con el año de luto, Felicitas, joven y hermosa, comenzó una nueva relación amorosa con Enrique Ocampo, de quien se separó producto de un viaje que realizó el propio Ocampo. En circunstancia de una visita a la estancia La Postrera, Felicitas conoció a Samuel Sáenz Valiente de quien se enamoró y se comprometió. A la vuelta de su viaje, Ocampo descubrió que su amor ya no era correspondido y comenzó a manifestar celos que lo llevaron a amenazar de muerte a la propia Felicitas.
Una noche, la del 29 de enero de 1872, Enrique Ocampo se presentó en la casa de Felicitas de forma inesperada. Luego de una discusión, Ocampo le disparó por la espalda y la hirió en el omoplato. Luego del disparo llegaron Antonio Guerrero y Cristian Demaría, primo de Felicitas, quien, en venganza, asesinó a Ocampo. Felicitas, herida gravemente, falleció la mañana del 30 de enero.


Ese mismo año, la familia Guerrero adquirió la estancia llamada Santa Isabel donde decidió construir la vivienda. El casco de la estancia se emplaza en medio de jardines con árboles centenarios, entre los cuales se encuentran alcanfores, cedros, robles, eucaliptus y araucarias patagónicas. Antiguamente presentaba una gran cantidad de caminos y formas que hacían muy elevado el costo de mantenimiento. En consecuencia, el padre de Josefina Guerrero, actual anfitriona de la casona, lo aró, convirtiéndolo en un parque inglés.
La vivienda se presenta como una imponente construcción de cuatro plantas, de 24 habitaciones, con un sótano elevado, planta baja y dos pisos. La planta de la casa se repite en cada uno de los pisos; se trata de un hall central que comunica con cada una de las habitaciones.
La casa es obra de un arquitecto francés, que expuso el acento en los techos en buhardillas, creados para el Palacio de Versalles.
De estilo clásico, en tres de sus cuatro fachadas presenta imponentes columnas de estilo dóricas que continúan del primero al segundo piso, coronadas por un frontón triangular propio del estilo arquitectónico, que otorgan una gran majestuosidad a la construcción.
La vivienda se presenta como un edificio tetrástilo, al exponer cuatro columnas en la fachada principal, con orientación al sur, dibujo que se repite en las otras dos. Ostenta un pórtico en cada una de las fachadas mencionadas, que dan lugar a una galería abierta al aire libre. En este sentido, las columnas cumplen una doble función; por un lado se presentan como decorativas aportando majestuosidad, y por el otro como soporte de la construcción. Sobre los muros, la casona presenta pilastras que repiten el dibujo de las columnas del pórtico, es decir, cuatro por cada frente.
La casa de la familia Guerrero significó una gran innovación para la época al contar con agua caliente central en toda la casa. Se encontraba dotada con un molino y un tanque de agua de grandes dimensiones, que actualmente fueron removidos producto del deterioro propio del paso del tiempo.
En la planta baja, orientación oeste, se encuentra una habitación, donde se exhibe un retrato de la joven Felicitas y de su padre Carlos. Se encuentra ambientada con una cama de estilo barroco colonial español de 1880, y distintos muebles de la época. En tanto, en el costado este de la casa, se emplaza la biblioteca, que data de principios del siglo XIX, de estilo barroco y de casi 4 metros de altura. Originalmente se encontraba en el tercer piso, pero Josefina, la actual propietaria, decidió su traslado. En el hall central de la planta baja, la casona ostenta un piano que se presenta como una reliquia de 1873, nacido en el viejo continente. Llegó a la casa en el año 1890 y fue considerado el piano mejor construido en Europa en aquel año. En la actualidad, las habitaciones de las plantas superiores se encuentran en desuso. Los pisos se comunican mediante una escalera de cedro traído desde Inglaterra. El Castillo Guerrero, apodado de esta manera por los vecinos de la zona, no logró transitar inmune el paso del tiempo. Con el deterioro propio de ostentar casi 140 años de vida, logra conservar viva la historia de Felicitas y de la familia Guerrero

Texto y fotos: Leandro Arévalo.


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