Revolucionario y vanguardista

El Edificio Kavanagh logra conjugar su valor patrimonial y facultadesarquitect onicas con los mitos urbanos entorno a su edificacion.

Patrimonio 09 de marzo de 2010 Espacio&Confort

La Basílica del Santísimo Sacramento era motivo de contemplación cotidiana por parte de los Anchorena, quienes vivían en el actual Palacio San Martín, anhelando que dicho templo se convirtiera en el sepulcro familiar.En la década del ’30, Corina Kavanagh, de origen irlandés, era una mujer hermosa, excéntrica y decidida, proveniente de una familia enriquecida. Cuentan, que por aquellos años, Corina mantenía una historia de amor con un joven, hijo de Mercedes Castellanos de Anchorena, quién se oponía rotundamente a la relación y que finalmente, habría logrado separarlos. La intención de la matriarca de los Anchorena era comprar un lote vacío frente a la iglesia, para construir una nueva mansión y que la parroquia quedara anexada.
Dicho terreno, que pertenecía a Don Ernesto Torquist, estaba reservado a la ampliación del vecino Plaza Hotel. Según cuentan, Corina habría aprovechado un viaje realizado por Mercedes de Anchorena para adelantarse a la compra del terreno. Para afrontar dicha incursión, Kavanagh debió vender dos estancias que poseía en Venado Tuerto.


Dispuesta a vengarse, Corina Kavanagh encomendó al por entonces prestigiosísimo estudio de los arquitectos Gregorio Sánchez, Ernesto Lagos y Luís María de la Torre, la construcción un gran edificio con un solo propósito: tapar por completo la visual de la iglesia desde diversos ángulos; fundamentalmente, desde los ventanales de la mansión de los Anchorena, al otro lado de la plaza San Martín.
Hoy, con el objetivo cumplido, mito o realidad, desde el único lugar donde puede observarse a la Basílica, es el pasaje que corre entre el Plaza Hotel y la edificación, que lleva el nombre de Corina Kavanagh.
El edificio, que se emplaza al 1065 de la calle Florida, frente a la Plaza San Martín, en el barrio de Retiro de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, fue inaugurado el 3 de enero de 1936. Su construcción demandó tan solo 14 meses, y con la idea de asegurar la calidad de la obra, no se establecieron límites en el presupuesto. Por entonces, constituyó el edificio más alto de Latinoamérica y la mayor estructura en el mundo de hormigón armado.
Edificado por la Empresa Constructora Rodolfo Cervini S.A., la torre, de una altura máxima de 120 metros, cubre una superficie de 2.400 m²y una superficie edificada de 25.800 m2. Con 33 pisos, subsuelo y azotea, cuenta con 113 departamentos de diversas comodidades, entradas privadas, 13 ascensores, 5 ingresos independientes, 5 escaleras y locales en la planta baja; la edificación buscaba aproximarse a los rascacielos de Nueva York, que por entonces asombraba al mundo con el Chrysler y el Empire State.
Con gimnasio, piscina, talleres de lavado y planchado, cámara frigorífica para pieles y alfombras, sistema telefónico central, depósito de seguridad y aire acondicionado central, instalado por Carrier, el naciente Edifico Kavanagh ofrecía un confort y un revolucionario estilo de vida para la época.
De estilo moderno y racionalista, el Kavanagh se destaca por su simetría y la gran cantidad de ventanas. Presenta un bloque central al que se le adosan dos menores, y a estos, otros dos más pequeños. Su diseño escalonado, a demás de adquirir dinamismo, dio lugar a la conformación de terrazas de jardín, con magníficas vistas. Esta característica, a demás de ser propias del estilo, responde al cumplimiento con la reglamentación, el Código de Edificación de entonces, que establecía la altura máxima permitidas para la ciudad.
Se caracteriza por la austeridad de las líneas, la carencia de ornamentos externos y los grandes volúmenes prismáticos. Por sus formas geométricas y la altura, estuvo a la vanguardia de la construcción contemporánea. En la influencia se destaca la formación de la academia francesa de sus autores, materializada en la mansarda y la ochava curva, a lo que se le agrega, eclécticamente, las bow windows sobre la esquina. Excepto el techo negro, el kavanagh es totalmente blanco, propio de las construcciones en concreto.
El terreno triangular condicionó el diseño del edificio. Posee la forma similar a la proa de un barco, y la orientación de la construcción genera la similitud con la misma, apuntando hacia el Rio de la Plata. En tanto a la organización espacial de las plantas, no se desmontó le complejo dispositivo de hall, vestíbulos, antecámaras y espacios de servicios. El aspecto más llamativo del edificio es la distribución de los ascensores, ubicados en distintos puntos de la planta, que permiten el acceso individual a los departamentos e impide el cruce entre los vecinos. Curiosamente, el Kavanagh no cuenta con cocheras ni portero eléctrico, debiendo, cada visita, anunciarse en la recepción, que da aviso por teléfono al departamento correspondiente.
Por su valor patrimonial, con el paso del tiempo el Edificio Kavanagh ha recibido diversos premios y reconocimientos, entre los que ostenta pertenecer, desde 1999, al Patrimonio de la Arquitectura de la Modernidad, por decisión de la UNESCO. El mismo año, fue declarado Monumento Histórico Nacional.
En un periodo caracterizado por el retorno del orden conservador, la discreción y un intento de armonía entre modernidad y tradición, el Edificio Kavanagh se erigió en Buenos Aires con espíritu revolucionario y vanguardista.~

Texto: Leandro Arévalo. Fotos: Claudia Belevicius
Fuente: Buenos Aires tiene Historia.
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