El ombligo del mundo

Australia forma parte de una mancomunidad (antes British Commonwealth of Nations) compuesta por 54 países que comparten lazos históricos con el Reino Unido. Su sistema de gobierno es una monarquía constitucional y sus tres autoridades principales son en el presente mujeres: la reina, Isabel II; la gobernadora general, Quentin Bryce y la primera ministra, Julia Gillard. Su lengua oficial es el inglés y su capital es Camberra. A pesar de haber sido fundada como colonia penitenciaria recién en 1788 y de haber alcanzado su independencia de Inglaterra en 1901, en 1999 el 55 % de los votantes rechazó la opción de cambiar su estatuto de monarquía por el de república. Sin embargo, pese a la tradición carcelaria fundante, la constitución australiana defiende la libertad de culto, no tiene servicio militar obligatorio y su nivel de alfabetización es del 99 %. Con una renta per cápita superior a la del Reino Unido, Alemania y Francia, la nación se encuentra en el segundo lugar en el Índice de Desarrollo Humano de las Naciones Unidas -detrás de Noruega- y en un mundo en el que la superpoblación es un problema crucial, siendo el sexto país más grande, reviste la densidad más baja con tan sólo dos personas por kilómetro cuadrado.
Australia ocupa una de las masas continentales más antiguas y menos elevadas del planeta. Una enorme porción de su territorio es árida. En el sureste y suroeste prima un clima templado y en la parte norte del país un clima tropical da lugar a una vegetación de selvas, bosques, praderas y desiertos. Fue poblada por tribus del sudeste Asiático hace alrededor de 42.000 años y sus descendientes constituyen hoy los pueblos originarios de la región; los rastros de vida más antiguos sobre la superficie de este planeta se encuentran en Australia.

El destino por excelencia es Sydney, la ciudad más grande, la más poblada y la más antigua del país. Es la capital del estado de Nueva Gales del Sur y fue el asentamiento de la primera colonia penitenciaria británica. Está situada al sudeste, a orillas de la amplia Bahía de Jackson. Es famosa por sus alucinantes playas en las que se practican infinidad de deportes acuáticos, por el edificio de la Ópera y por su bellísimo puerto. Es una ciudad cosmopolita gracias a la inmigración que hizo de ella su lugar favorito de afincamiento y al turismo que afluye en forma constante. Su skyline se encuentra entre los mejor rankeados. Más allá de las playas, no deje de visitar The Rocks, barrio de edificios históricos, galerías de arte, pubs, restaurantes, cafés y tiendas turísticas, y Puerto Darling; allí se ofrecen conciertos públicos y se encuentra el Sydney Aquarium, en el que podrá apreciar especies insólitas y antiguas. Realmente imperdible es el Taronga Zoo, (a 15 minutos en ferry) que exhibe la exótica fauna australiana (piense en todo tipo de marsupiales, y compruebe que “el demonio de Tasmania” existe, al igual que el dragón).
Brisbane es la tercera ciudad más grande del país y la capital del estado de Queensland. Un río del mismo nombre la atraviesa y hacia el oeste el monte Cootha domina el horizonte. La ciudad resulta imponente apreciada desde el mirador que hay en su cima.
Aquí visite Southbank, en la ribera sur del río, una zona renovada en 1988 para acoger la Exposición Internacional, en la que un agradable parque de hermosos jardines, una playa pública artificial, restaurantes, bares y espacios de diversión lo estarán esperando. El puente peatonal Good Will permite llegar fácilmente desde el centro de la ciudad en tan sólo unos minutos. Al norte de la ciudad la Isla Fraser, la mayor isla de arena del mundo a la que se accede por transbordador.

Frente a la costa de Queensland, al noreste, se halla la Gran Barrera de Coral (Great Barrier Reef), el mayor arrecife de coral del mundo, tan grande (2600 km) que puede ser distinguido desde el espacio. Allí el turista tiene la posibilidad de bucear junto a los corales o de nadar y divisarlos de manera menos arriesgada, ya que las aguas son tan cristalinas que lo permiten. También se ofrecen excursiones en embarcaciones de fondo transparente. La fauna de esta zona haría que la registrada por Jaques Costeau pareciera de lo más vulgar. Aquí hay una cadena de islas de arenas blancas donde el turista encuentra alojamiento de lo más variado y en las que se pueden realizar múltiples actividades que van desde el deporte extremo a la plácida contemplación de las aves.
El turista gourmet debe encaminarse al sur del país, a la Isla Canguro, una isla de siete veces el tamaño de Singapur, de flora y fauna nativas, cuyas playas vírgenes prometen paradisíacas tardes. Allí podrá alojarse en cabañas, disfrutar de los vinos producidos en los viñedos locales y comer cangrejos y ostras de reputación internacional entre otras exquisiteces. Por supuestos hay canguros y los koalas se dejan ver colgando de los eucaliptos.
Por último, diríjase a Uluru, “el ombligo del mundo”, sino occidental, al menos del pueblo originario Anagu. Uluru se halla en el Territorio Norte y es un monolito de arenisca de 348 m. de alto y 9 km. de contorno, que se extiende 2,5 kilómetros bajo la tierra. Constituye, junto con la cadena rocosa Kata Tjuta, una de las mayores atracciones del Parque Nacional Uluru-Kata Tjuta. Ambos accidentes son sagrados para los habitantes tradicionales Anangu que organizan visitas guiadas y explican a los visitantes el significado de las pinturas prehistóricas que adornan la piedra, así como las fábulas y las leyendas autóctonas. La superficie del monolito cambia de color según la inclinación de los rayos solares. Es particularmente famosa la imagen de Uluru al atardecer, cuando se vuelve de un color rojo brillante. El lugar emana espiritualidad y una vez allí, al viajero lo asaltará la sospecha de que si el mundo tiene ombligo está en Australia.~

Texto: Soledad Franco
Fotos: cedidas por Tourism Australia