La ciudad del encuentro

Toronto es una ciudad global y una de las principales ciudades financieras del mundo. Líder no sólo en finanzas, servicios empresariales, telecomunicaciones, transporte, software, investigación médica, sino también en educación, turismo, medios de comunicación, artes, cine, televisión, publicidad e industria del deporte. Sin embargo, pese a su condición de gran urbe, parece haber logrado erradicar la mayoría de los males que esa misma condición genera.
Una prueba a favor de esta afirmación es el hecho de que un 49% de sus habitantes no ha nacido en Canadá, lo que la convierte en la mayor ciudad del mundo en porcentaje de residentes no nacidos en el propio país.
Si bien Toronto fue fundada por la corona francesa que disputaba esos territorios a las fuerzas estadounidenses, pronto recibió la afluencia de colonos británicos y luego la de los irlandeses que escapaban de “La gran hambruna”. Más tarde (a fines del S. XIX y principios del XX) alemanes, italianos, portugueses y judíos de diversas partes de Europa fueron seguidos de chinos, rusos y polacos. A finales de la década del 60, tras la eliminación de las políticas de discriminación de inmigración por motivos raciales, llegaron personas de todas partes del mundo, incluyendo latinoamericanos, en especial de México y Brasil. Tal vez Toronto llevaba inscripto en su nombre (una de cuyas etimologías posibles es “ciudad del encuentro”) su destino. ¿Qué tiene Toronto para ser la elegida de tanta gente? Aquí una somera descripción de sus maravillas.
La primera de ellas se encuentra en el llamado distrito del entretenimiento (en el centro de la ciudad) y es la CN Tower, considerada como una de las siete maravillas del mundo por parte de la Sociedad Americana de Ingenieros Civiles. Empezó a construirse en 1973 por iniciativa de la compañía Canadian National Railway para resolver los problemas de comunicación causados por la proliferación de rascacielos cada vez más altos en el centro de la ciudad, a partir de la década del 60. Es una estructura no sostenida por cables en tierra firme y tiene una altura de 553,33 metros. Fue la más alta del mundo hasta el 2010 y cuenta con un observatorio ubicado a los 447 m. Aparece en todas las postales de Toronto junto al Rogers Centre, estadio polideportivo en el que también se realizan ferias y recitales de toda clase. El Rogers Centre fue uno de los primeros estadios de techo retráctil del mundo. En él funciona un hotel con 348 habitaciones.
El mismo distrito concentra el mayor número de restaurantes, bares, sitios para bailar, teatros y pubs donde puede escucharse música en vivo. Es la zona de las tiendas de moda de vanguardia agrupadas en Queen Street West. Allí se encuentra también la plaza central, Nathan Phillips Square, que forma la explanada del Toronto City Hall. Ambos fueron producto de un gran concurso de nivel internacional ganado por el arquitecto finlandés Viljo Revell. Mientras que en la plaza se realizan conciertos, exposiciones de arte, un mercado de productos frescos semanal, el festival de invierno de las luces, y otros eventos públicos; el City Hall (ya dentro de lo que se llama el distrito financiero) es el rascacielos donde se ubica la sede del ayuntamiento de Toronto. Fue construido durante los primeros años de la década de 1960, sustituyendo al hermoso y antiguo edificio del Old City Hall. A unos pasos se encuentra el más renombrado centro comercial de todo Canadá, Eaton Centre, diseñado por Eberhard Zeidler en 1970 e inaugurado en 1977; este centro, que costó 300 millones de dólares canadienses y cuyo techo de vidrio se eleva 38 metros por encima del nivel del suelo, tiene 330 tiendas y atrae a un millón de turistas a la semana.
Amén del City Hall, hay que destacar que el distrito financiero de Toronto es el lugar donde más rascacielos hay en Canadá. Allí están el First Canadian Place, Toronto-Dominion
Centre, Scotia Plaza, Royal Bank Plaza, Commerce
Court y Brookfield Place y, si bien todos son admirables, el Toronto-Dominion Centre deja al turista boquiabierto: un complejo de seis torres, revestidas en cristal tintado de color bronce y acero negro (ideado por Mies van der Rohe) en el que funciona el Toronto-Dominion Bank entre otros negocios.
En las afueras del distrito financiero hay pequeños vecindarios como Rosedale, Forest Hill, Cabbagetown, el Annex, el Bridle Path y Moore Park, que se destacan por sus lujosas casas de estilo victoriano y eduardiano. Particularmente interesantes son Wychwood Park, fundada como una colonia de artistas en el siglo XIX, como un proyecto privado, por el pintor Marmaduke Matthews; y Spadina House, (conocida como “casa loma” y ubicada en el barrio así llamado), una gigantesca mansión construida por el excéntrico multimillonario Henry Mill Pellatt, de 17.000 m² y 98 habitaciones que hoy funciona como museo.
Por último, visite las vecindades de Toronto que conservan una identidad étnica, como sus dos barrios chinos, el barrio griego, Little Italy, Portugal Village y Little India, y disfrute de la gastronomía de una ciudad que además de su plato típico (salmón acaramelado) puede ofrecerle una variedad de menús acordes con la variedad de razas que la pueblan. Aproveche la oportunidad de hacer turismo transcultural en la ciudad del encuentro.~

Texto: Soledad Franco