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Enclavada en un área suburbana de La Plata, esta vivienda, construida cerca de 1887 en el estilo ecléctico característico de la época, ha sido refuncionalizada por el arquitecto Daniel E. Prades bajo dos imperativos: preservar su valor histórico y adaptarla a las necesidades de la vida actual.

La casa señorea un importante parque de una hectárea que goza de una añeja diversidad forestal. Su superficie cubierta es de 493 m², mientras que la superficie de las galerías es de 376 m². En consonancia con la idea de preservar el valor histórico del edificio que animó el proyecto, en la fachada se conservaron todos los elementos originales, como las rejas con ornamentos de plomo en sus aberturas, los postigos metálicos, el portón de acceso y las históricas farolas; en las galerías se repusieron las baldosas y los ladrillos superiores bajo la cubierta de chapa ondulada; se restauraron también las molduras originales de los muros conservando las carpinterías interiores y exteriores que dan al parque de la propiedad. Es notable el hecho de que la galería que rodea la construcción principal (de 3,5 mts. de ancho y 4 mts. de altura) además de constituir una zona de integración con el entorno susceptible de usos varios, oficia de cámara amortiguando las condiciones climáticas tanto en verano como en invierno.


Como ya se dijo, esta casa data de 1887 y, por aquella época, las casas de campo basaban su disposición en el predio en correspondencia a las actividades laborales que allí se realizaban. Es por ello que se hallaban rodeadas de construcciones menores, como las que servían para alojar al personal que colaboraba en las tareas de campo, la cocina, las caballerizas y los galpones entre otras. En este caso, el edificio principal se ve complementado con otro de 85 mts. que originalmente cumplía la función de cocina y albergaba las dependencias de los caseros. Así que, además de los ambientes que se disponen en los 400 metros cubiertos de lo que fue la vivienda original (un acceso principal, jardín de invierno, sala de estar, comedor principal, cuatro dormitorios, biblioteca, baños, cocina- comedor diario, alacena, dependencias de servicio y sótano), el proyecto contempló la refuncionalización del segundo edificio transformándolo en una sala para usos múltiples con una marcada integración visual hacia el parque, cocina- barra y estudio con dependencias.

Externamente a esta segunda construcción se le añade además un espacio semicubierto de 58 m² que posee una parrilla con asador.
Lo único que se modificó en el interior de la edificación nuclear respecto de los planos originales fue el acceso a los dormitorios, en atención, sobre todo, a proporcionarles la intimidad que requieren. Para lograr esto el arquitecto incorporó un pasaje que le otorgó un acceso independiente a cada habitación, siempre respetando la proporción y escala del resto de los amplísimos ambientes. 
Como la cocina no estaba prevista en los planos originales, sino que había sido agregada con el correr del tiempo, la intervención allí fue total. Tanto sus componentes como las instalaciones presentaban un avanzado estado de deterioro; para su reemplazo se planteó en un único espacio dos niveles: cocina-comedor diario con conexión al sótano, y en el sector superior, balconeando, una alacena abierta. Lo que se buscó fue otorgar un tratamiento informal y volverla apta para desarrollar distintas actividades además de la específica de cocinar.
En la tarea de restauración se aprovecharon la totalidad de los pisos de pinotea aunque su lustre parece haber sido particularmente destacado en el estar, en el que la conjunción con el imponente espejo da el tono haciendo posible la incorporación de muebles y objetos más modernos (como los cuadros y los adornos de las vitrinas empotradas) sin quebrar la isotopía. Maravilloso es el contraste que se produce entre la pinotea de este estar y el piso de mosaicos blancos y negros del comedor principal al que se abre. En esta estancia el juego se repite: mesa, sillas y cortinas combinados con una moderna araña. El mueble del toilette es un hallazgo que va en el mismo sentido de convivencia armoniosa de estilos y épocas. Otro tanto puede decirse de la cocina, que mediante el uso del amarillo fuerte en sus detalles y su mobiliario de vidrio y hierro se inclina un poco más del lado de lo moderno.
Por su parte el parque responde también a los lineamientos generales del proyecto: respetar, acompañar y reforzar las premisas que pensaron hace más de cien años quienes intervinieron en la organización y selección, en este caso, de las familias vegetales, añadiendo a ese espacio cambiante según las estaciones la moderna piscina con deck de madera que complementará la fijeza del horno de barro y del aljibe.
En resumen, abstraerse en la casona indujo al arquitecto a realizar un diseño que incorporó el confort de las nuevas formas y sus vinculaciones, sin quitar el espíritu de casa de campo con historia fundacional.~

Fotos: Leandro Arévalo

[ PROYECTO ] 
Arq. Daniel Prades
Tel: 0221.566.9497
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Arquitectura y decoración

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