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Ambientes amplios, luminosos y cómodos, color y mezcla de estilos desenfadada, son las claves con las que la arquitecta Natalia Piccioni y su equipo de colaboradores del estudio Pabellón 4 logran el diseño de la felicidad.

 

El primer punto del manifiesto del diseñador Jonathan Adler, conocido como el creador del estilo happy chic (algo así como elegancia feliz) expresa una supuesta obviedad: “Creemos que tu casa debe hacerte feliz”. Lo evidente de esta afirmación sumado al rechazo de la seriedad que caracteriza a quien fuera el decorador de la mansión de Barbie Malibú, hace que sea interpretada, la más de las veces, en su sólo aspecto de ironía o de burla. Hay en ella, sin embargo, una parte de honesta sabiduría y una crítica a la corriente dominante del diseño actual. En las numerosas entrevistas en las que habla del asunto completa la idea: un buen diseño es siempre antidepresivo; la casa debe ser confortable y propia, un refugio y no el calco sin alma de una vidriera.
La vivienda que nos ocupa parece fruto del trabajo de profesionales que coinciden con varios de los preceptos de Adler. La comodidad, el color, la mezcla de lo viejo y lo nuevo, el humor visual, la apelación a ciertos emblemas infantiles y el lujo irreverente son algunos de ellos. Pero es en la libertad como garantía del éxito de la creación, en la libertad con la que estos rasgos fueron puestos en práctica, en donde parece encontrarse la clave del diseño de la felicidad.
Para empezar, la concepción moderna a la que obedece su trazo de líneas simples y volúmenes puros propicia un máximo aprovechamiento del espacio, una excelente relación con el exterior y las posibilidades múltiples que aquí han cuajado en interiores magníficos e inesperados.


Para preanunciarlos, para darle al visitante una pista del espíritu de esta casa de dos plantas, la blanca fachada clásica con detalles en piedra ostenta a un lado de la puerta en madera una bonita campana.
De acuerdo a la lógica de la comodidad, los espacios de uso más social se han dispuesto en la planta baja y las habitaciones en la alta. El dormitorio principal da hacia el frente y su balcón extiende la zona techada en la que se guardan los autos; los dormitorios secundarios asoman al contrafrente y cuentan también con amplios balcones que ofician de techo para la galería en la que se ubica la parrilla con todo lo necesario para transformar el área en un segundo living-comedor más vinculado al parque trasero y a la piscina. En el piso de esta última, conspirando, al igual que la campana de la entrada contra lo repetido, aportando la alegría de la infancia sin menoscabo alguno de la elegancia del conjunto, se luce el escudo del club de los amores de los propietarios.
Los ambientes pensados para el disfrute colectivo son amplios, se hallan integrados entre sí -apenas sectorizados por la interrupción en el material de un piso o una marcada inclinación dentro de un estilo de muebles- y con los jardines –el trasero privado y el lateral compartido- por medio del uso generoso del vidrio.
La planta reservada a la intimidad y el descanso cuenta con una zona de posible reunión  que balconea a la doble altura del estar.

La decoración está en la línea de lo vaticinado por la campana y el escudo. En el estar, las sillas de los Luises han sido tapizadas en un moderno rayado y combinadas con sillones negros de factura también moderna, pero la mesa ratona y el espejo muestran una cenicienta pátina de antigüedad. Las cortinas son turquesas, los almohadones al tono y en rojo. La mesita se halla atestada de souvenires. El conjunto es precioso.
El tono madera del piso da paso al mosaico off-withe en el que un juego de comedor primordialmente blanco con sillas de patas metálicas reenvía al estilo moderno de fines de los ‘50; el imponente aparador de madera maciza colocado en el límite de ambos espacios y los espejos con los que  se hermanan vuelven a poner en escena la libertad de la combinación.
Las habitaciones han sido pensadas de acuerdo a la personalidad de sus habitantes. Así, la suite exhibe un aire despojado en general reservando al baño la excentricidad y el lujo, mientras que la habitación en fucsia podría ser la concreción del sueño de cualquier niña.
Sin miedo al lugar común, la sobria parrilla lleva un cartel que pide un aplauso para el asador.
Cada elección, estructural y estética parece aquí doblegarse a un criterio único: que los habitantes de la casa se encuentren en ella, propone la felicidad del diseño y un diseño de felicidad.•

Fotos: Leandro Arévalo
Texto: Soledad Franco

[ INFORMACIÓN ]
Ubicación: Quilmes, Pcia. de Buenos Aires
Superficie del terreno:  829 m²
Superficie cubierta: 324.15 m²
Superficie semicubiertas: 61.38 m²
Año de construcción: 2012 - 2013

[ PROYECTO ]
Arq. Natalia Piccioni
Colaboradores: Pabellón 4 Arquitectos
Tel: (011) 42565657
Constructora: Diseñarq

 

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