Invitación a la calma

Hoy, esta soberbia casa, integra la identidad de un barrio privado, en Escobar, Pcia. de Buenos Aires. Un solar, donde el estudio Ecsa Arquitectura, trazó una obra donde se conjuga idóneamente estilo, confort y funcionalidad.
A la hora de diseñar esta vivienda, la premisa adoptada, fue la de capitalizar la acuarela de verdes que el lugar ofrece, la búsqueda espacial de la luz natural y las necesidades específicas de sus moradores, un matrimonio joven con niños pequeños.

Como resultado: Una residencia relajada, espaciosa y muy cómoda que ofrece luminosos espacios para el encuentro, permitiendo el disfrute de diversas intensidades y energías pero siempre, con la naturaleza como testigo silencioso de toda vivencia cotidiana.

La férrea intensión de cooptar la luz diurna y las extensas vistas que el paraje aporta desinterezadamente, dio lugar a la concepción de un juego de planos y volúmenes calados que, no sólo permiten que los rayos del sol invadan los interiores de la casa sino, también, que posibiliten visuales en todas las direcciones.
El estilo calmo de esta residencia y el contacto permanente con su entorno natural, se manifiesta también en la importancia dada a los espacios semicubiertos de su contrafrente.
Amplias galerías que se abren al parque, transformándose en espacios de amenas tertulias, vinculación con la fauna y flora del lugar o simplemente, de pura contemplación de la misma.
El trazado de la planta, de esquema en “L”, desarrollado sobre un extenso terreno, se organizó por medio de dos diáfanos niveles, distribuyendo en el piso superior, las áreas privadas, amplios dormitorios con sus correspondientes cuartos de baño y, en planta baja, los sectores sociales: cocina, zona de servicios, cochera y estar-comedor.
Estancias que no sólo se articulan fluidamente entre sí sino, también, con el exterior, generando una fluida sucesión de espacios donde no queda rincón alguno que se inunde de luz y del verde del paisaje circundante.

En la propuesta estética de su arquitectura interior, no se buscó un estilo concreto, simplemente, se tomó en consideración, la forma de vida de sus ocupantes y los objetos de su preferencia.
Ambientes que invitan a recibir, permanecer y relajarse, con colores y combinaciones de elementos que son producto de un acertado estilo personal.
Aquí no hay convencionalismos. Diversas texturas y piezas de mobiliario dialogan sin estridencias, donde lo moderno se añeja y lo antiguo rejuvenece.
El estar, invita a improvisar diferentes reuniones, disfrutando de una buena película, un rato de descanso y lectura o un copetín antes de pasar al comedor. Un ámbito que se centro en función a un hogar a leña, revestido en piedra natural, que religiosamente se prende todas las tardes de nuestro frío invierno.
Funcional y luminosa, es la cocina, ágora de la familia y de secretas y exquisitas alquimias culinarias. Un espacio equipado de última generación donde impera un espíritu práctico y acogedor.
Cada dormitorio, tiene notas decorativas muy originales y de buen gusto. Una atmósfera serena y cálida reina en cada una de las habitaciones, donde los acabados, la suavidad y discreción de los géneros y el mobiliario atienden al diseño. Ámbitos donde el intenso verde del exterior constituye un refrescante fondo permanente.
Nada chilla, nada desentona. Cada detalle de esta residencia respeta su imagen calma que cede el primer plano a la naturaleza.
Los únicos detalles dejados al azar, fueron el canto de los pájaros, los cambios de la luz del día y la amable briza de las mañanas.~

Texto: Dis. de Interiores Ana Thorschmidt
Fotos: Leo Marino

PROYECTO

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