De calidad familiar

George Temperley había sido, originalmente, el propietario de los terrenos que actualmente se encuentran en la intersección de la avenida Meeks y la calle Avellanada, en la localidad que hoy lleva su nombre.
Fue el mismo George el encargado de vender en 1877 los terrenos, al por entonces presidente de la nación, el Dr. Nicolás Avellaneda. Éstos fueron de propiedad de la familia durante 43 años, hasta que en 1920, fueron subastados.
En la década del ’20, sobre la esquina se construyó, a pedido de Tomas Sadd y sus hermanos, la antigua tienda La Argentina, que exhibía un estilo académico que fuera plasmado por el constructor Alfonso Bastín. La tienda funcionó durante casi dos décadas, cuando en 1938 declaró la quiebra.
A comienzos del año del segundo centenario de la patria, la legendaria esquina de Meeks y Avellaneda se ofrecía nuevamente a la venta. La conjunción de su rica historia, su ubicación y su estilo arquitectónico, la convirtieron en el lugar ideal para el emplazamiento de un nuevo espacio gastronómico, bautizado Café Bicentenario.
Este reciente sitio moderno en la zona sur, se conformó como un emprendimiento familiar, el cual surgió bajo la premisa de transmitir calidad, calidez y confort a cada uno de sus visitantes. Para materializar dicho objetivo, a la atención de sus propios dueños se le sumó una minuciosa selección de materiales, mobiliario, decoración y terminaciones.

La intervención sobre la edificación, para la concreción del proyecto actual, estableció mantener intacta la fachada y sus marquesinas; sólo fueron remplazadas las aberturas por vidrios templados. En su interior, las paredes fueron decoradas con revestimientos travertinos, con detalles en acero y roble moro, que es el color que predomina en mesas, sillas y parte de los muebles.
Asimismo, la cocina se encuentra a la vista, formando parte del salón, diferenciándose del conjunto del espacio mediante el contraste tonal. En este sentido, presenta un mobiliario en fórmica blanca con terminaciones en acero, mármoles color carrara con detalles biselados, y acero inoxidable en heladeras y hornos.
La iluminación del lugar se encuentra provista por lámparas de bajo consumo cálida, que contribuye a la conformación de un clima acogedor como así también al cuidado de los recursos naturales. Asimismo, el salón se encuentra provisto con una pantalla de 52”, que trasmite programación en alta definición; además, los extractores de aire, los secadores de manos y la luminaria en los baños, cuentan con un sistema detector de movimiento.
A la calidad de sus servicios, destacada por sus clientes, como son la torta bicentenaria, las medialunas de atalaya con jamón y queso, se le suma la utilización de los granos de blend italiano en la preparación de cada unos de sus cafés, lo que le garantiza un sabor, un aroma y una presentación de calidad familiar.~

Fotos: Leo Marino
Textos: Leandro Arévalo